viernes, 30 de enero de 2015

Gijón y el Museo de la Minería y la Industria

Esta entrada se la queremos dedicar a nuestros anfitriones en tierras asturianas, Rebeca y Víctor. Gracias por ser tan buena gente y recibirnos con los brazos abiertos. Una suerte que hayamos sido "desterrados" al mismo sitio, porque eso nos ha permitido conoceros y disfrutar de vuestra amistad -siempre hay que buscarle el lado positivo a todo, ¿no?-. Un abrazo y repetimos la visita cuando queráis.
                                             

La última vez que escribimos sobre #EnBuscaDelFreco, nuestro último gran viaje a los Pirineos del verano de 2014, estábamos aparcados en Candás -Asturias- visitando a unos buenos amigos. Si no has leído la entrada anterior, puedes hacerlo pinchando aquí; y para más detalles este mapa te ayudará a encontrar los lugares que visitamos y la ruta que hicimos.


Total de la ruta (ida y vuelta): 103 km.

A pesar de habernos acostado tarde leyendo la noche anterior, papá tuvo fuerzas para levantarse pronto e irse a hacer una rutita por los alrededores de Candás. Quizás sea uno de los placeres más grandes de viajar en autocaravana, despertarte cada día en un sitio distinto y aprovechar que todos duermen para dar un relajante paseo mañanero y conocer la zona, tomar un café en un bar, comprar pan caliente para el desayuno... pequeños placeres de la vida.

El día de antes habíamos visto que justo donde estábamos aparcados había un sendero que subía por los acantilados del puerto y no tenía mala pinta. Así me lo confirmó Rebeca, por lo que no había más que pensar. Tras un cargado café en un bar del puerto, esto nos encontramos, un día un poco nublado pero con un amanecer espléndido.


Perspectiva del puerto de Candás desde el sendero de los acantilados -nuestra AC se intuye por ahí-.

Faro de Candás.

Costa oeste de Candás.

Hasta el caballo está disfrutando de las vistas.

Candás pueblo desde su cementerio. El puerto está detrás.

Campos de heno a pie de acantilado.

Un paseo muy agradable como ves y fácil. De vuelta a la AC, y como la iglesia del pueblo estaba abierta, había que entrar a verla -deformación profesional-. Es destacable la imagen del Cristo de Candás, que aunque es una reproducción del original quemado en la Guerra Civil, tiene una curiosa historia detrás, ya que la primigenia imagen fue rescatada en los mares de Irlanda por pescadores candasinos allá por el s. XVI. Por lo que vimos, tiene mucha devoción.

Cristo de Candás - Iglesia de San Félix.

Tras casi dos horas de ruta, ya había hambre. Y para más inri, si pasas por una panadería y ves que están cociendo pan, es difícil no resistirse a comprarlo, y menos si te lo vas a comer al momento. Ya aprovechamos y compramos yemas candasinas para probarlas, una especie de galletas con mucha mantequilla. Nosotros lo hicimos en la panadería Tahoma -ver mapa de la ruta para más detalle- pero seguro que se encuentran en más sitios. No estaban mal, la verdad.


Hoy teníamos previsto visitar y comer en Gijón con Víctor, Rebeca y los niños, por lo que a media mañana ya estábamos de camino -previo paso por el parque correspondiente mientras los esperábamos-. Como nuestra casa con ruedas es nuestra forma de desplazarnos y en el coche de ellos no cabíamos todos, nos tuvimos que mover con la AC hasta Gijón si luego queríamos ir a visitar otros sitios. Todo fue posible gracias a que Víctor conocía un aparcamiento en el que había visto autocaravanas y estaba bastante cerca del centro -además con parque de césped al lado-. Había que meter el culo de la AC en la cera, pero no estorbaba para pasar a los peatones, además de que así estaban el resto de autocaravanas.

Experto en parques infantiles.

Aparcamiento en Gijón -ver mapa de la ruta para más detalles-.

Nos fuimos directos al paseo marítimo de la Playa de Poniente. No es la primera vez que visitamos Gijón -ya lo hicimos en 2004 en otro gran viaje-, pero esta zona no la conocíamos. Además, según nos dijo Víctor, esta parte de la ciudad ha cambiado mucho.

Gijón es una ciudad muy agradable, abierta al mar y en la que da gusto pasear. En todo el recorrido que hicimos, los niños no pararon de jugar y saltar, aprovechando la gran cantidad de parques infantiles que nos encontramos por el paseo.

Paseo marítimo de la Playa de Poniente.

Vista del puerto deportivo.

Gijón forever.

Don Pelayo.

Pudimos llegar hasta la Playa de San Lorenzo, donde 10 años antes habíamos estado mamá y papá de solteros -¡¡qué tiempos!!-.


Playa de San Lorenzo, verano de 2004. Un día después de la foto, ETA puso una bomba en ese mismo sitio.

Y después del paseo, el descanso del guerrero. Nada mejor que unos culines en una bonita plaza del casco histórico, junto a la casa natal de Jovellanos, ilustre de esta ciudad.

Profesional no, lo siguiente. ¡¡Qué crack!!

No quisimos pasarnos mucho porque Rebeca había reservado para comer en un sitio que decía nos iba a encantar, pero no pensábamos que la cosa fuera tan espectacular. El sitio se llama Tierra-Astúr - ver mapa de la ruta-, es enorme y bullicioso, sólo sirven manjares asturianos y tiene ganada la fama. Comimos como reyes, manjares del tipo torto gigante de picadillo, chuletón de buey, fabada y media tabla de quesos asturianos, todo regado con deliciosa sangría de sidra. Nos quedamos con ganas de pedir el cachopo, pero era más de un kilo y ya no podíamos con más. Todo eso metidos dentro de un barril gigante de sidra. La pena es que los críos no nos dieron tregua y al final nos fuimos sin probar los postres que por lo visto eran lo mejor. En fin, otra vez será, porque volvemos seguro a pesar de que no es barato que digamos, pero un día es un día.

Como monten una franquicia de esto se forran.

Este festival culinario pedía cama a voces, pero nosotros como somos unos valientes, nos traspusimos a ver el MUMI, Museo de la Minería y la Industria de Asturias, situado en el valle minero cerca de Langreo -ver mapa de la ruta-. Muchos artefactos mineros y mucha historia del lugar. Quizás lo más interesante es la visita guiada que se realiza a una réplica de una mina. Los críos son los que más disfrutaron subiendo y bajando galerías y cruzando túneles, aunque nosotros también aprendimos mucho de ese mundo tan desconocido para nosotros.

La tarde ya estaba pasada por agua hacía rato, así que tras salir del museo nos tomamos un té en la AC y descansamos después de tanto ajetreo.

La AC nunca ha estado tan abarrotada.

Sin más, deshicimos el camino y volvimos a nuestro aparcamiento del puerto de Candás. Estábamos hasta arriba y no nos cabía nada, por lo que decidimos no cenar, pero teníamos que despedirnos de nuestros anfitriones ya que al día siguiente seguíamos nuestro camino #EnBuscaDelFresco. Y qué mejor forma, que rematar con unos culines.

Asturias nos ha vuelto a cautivar. Y ya os decimos "Rebeca y Víctor, amenazamos con volver".

                                             

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